sábado, 16 de mayo de 2015

Mi cuerpo con serpientes enroscadas, durmiendo en una habitación transparente, llorando por mi abuela (mediados mayo 2015)

Sueño extraño y agitado, quizá por haber tomado alcohol. Sueño que estoy durmiendo temporalmente en casa de mis padres. Me han asignado una curiosa habitación de la parte trasera de la casa, que según cómo se mira, casi está abierta de par en par a la calle. 

Veo a la gente como viene y va por una calle ajetreada que parece la Rambla de Barcelona, y temo que ellos puedan acceder a mi intimidad, pero ellos apenas me ven. Desde el cuarto también puedo ver las otras zonas de la casa, a mis pies, como si las paredes fueran transparente o se viera todo a través de extrañas y mágicas rendijas. Veo a mi padre y el resto de mi familia preparando una gran mesa para la hora de la comida. No estoy en mi casa de emancipado, me siento desubicado y frágil.

Una somnolencia profunda y a la vez turbulenta me retiene a la cama. Me siento culpable porque mi familia me está esperando, y deben de estar hablando de mí con severidad.

Cuando consigo levantarme, he aquí que mi cuerpo está casi totalmente recubierto de unos extraños cordeles de plástico, como trozos de cable o de tuberías. Me los voy arrancando uno a uno hasta que veo como se mueven en el suelo y descubro, con horror, que se trata de serpientes que tenía enroscadas por toda mi anatomía. Siento un escalofrío, intento olvidarlo cuanto antes.

Al llegar al comedor con mi familia, paso por un rincón de la mesa y puedo oír claramente la voz y percibir la presencia de mi abuela Cari, que en la vida real falleció hace casi cinco años. Entonces rompo a llorar espontáneamente, desahogándome de la tristeza que tenía acumulada. Me preguntan qué me ocurre y se lo explico; parecen no comprenderme. Me siento inexplicablemente abatido, fatigado y melancólico; todo en mi interior es llanto.

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