jueves, 7 de junio de 2012

El baño de las brujas (principios junio 2012)

Estoy en el vestuario de una piscina. Llego tarde para unirme a mis amigos, que me esperan ya dentro del agua. Me invade el tedio y la tristeza; dudo si desnudarme o no para ponerme el bañador. Apenas hay rincones de intimidad en el vestuario, y me siento observado por todos. Pasan por allí unas extrañas mujeres mayores. Llevan largas cabelleras blancas, y sus facciones son aguileñas, siniestras, con ojos morados. Llego a la convicción de que son brujas, aunque parecen trabajar como monjas o cuidadoras de un huerto cercano. Me acerco a sus terrenos y las veo bañándose en unos pozos construidos a ras del suelo. Cada bruja tiene su propio pozo-bañera, y se remoja a conciencia, con movimientos como de sirenas o anguilas. Me sorprenden sus melenas blancas: las veo emerger a la superficie como si fueran nenúfares venerables.


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