sábado, 8 de septiembre de 2012

Eclipse y separación del sol y la luna (principios septiembre 2012)

Estoy en casa con varios familiares. De repente, a través de la ventana, veo un asombroso fenómeno. Está atardeciendo y el sol desciende conforme la luna va subiendo, hasta que ambos se alinean en un eclipse perfecto. Ninguno de los dos astros tapa al otro, sino que se sobreponen mutuamente con un cromatismo transparente, como si fueran círculos de luz proyectados por cañones de focos. Sus siluetas aparecen muy marcadas: en ocasiones parecen casi circunferencias o anillos vacíos en su interior.

En una segunda fase, sol y luna se colocan uno al lado del otro, anudados en un único punto, y, finalmente, el sol sale despedido del peculiar eclipse, como una estrella fugaz, hasta convertirse en un punto rojo que huye y se desvanece por el firmamento, lo que indica que el día se ha consumido completamente.

Voy siguiendo todo el fenómeno desde una terraza, y doy golpes al cristal de la ventana para que los demás, que parecen más despistados o abstraídos, lo vean.


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