miércoles, 11 de mayo de 2016

El falso oso de colores (mediados mayo 2016)

Es de noche. Estoy acostado en una cama, en casa de mis padres. Puedo ver la calle permanentemente y sin ser visto gracias a una extraña ranura a modo de ventana. Me relaja y me da seguridad ver todo lo que ocurre fuera mientras yo descanso. De repente, creo ver una especie de oso polar con la piel completamente tintada o revestida de colorines, saliendo aparentemente de cierta madriguera para adentrarse por una calle, alejándose sin prisa. Explico a mi padre este suceso pero él lo cree imposible o quimérico. Lleno de curiosidad, me deslizo por la ranura y salgo a la calle -sin mediar puerta alguna, de modo casi telekinésico- para seguir el rastro del extraño animal. Al acercarme, sin embargo, descubro que se trataba de un oso inflable, un mero juguete o artilugio, por lo que mi padre tenía razón con su apelación al sentido común.

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