miércoles, 11 de mayo de 2016

Balcones-pupitre y dientes de león (mediados mayo 2016)

Estoy en un balcón que, curiosamente, da a un interior, una especie de aula escolar donde cada balcón es como un pupitre con varios alumnos. Se está haciendo algo así como un examen oral o concurso donde se compite entre grupos, y en cada balcón hay un equipo.

En mi caso, formo equipo con personas de mi infancia: Israel C., amigo de la familia con quien hice la comunión pero con hace años que no tengo trato -casi desde entonces- y Elena O., compañera de la escuela con quien tampoco he vuelto a coincidir. Estamos alegremente apelotonados unos sobre otros, como si no cupiéramos.

La profesora, junto a una alumna mayor que nosotros y algo repelente, nos va haciendo preguntas para instruirnos sobre cómo equiparnos para el primer día de playa del año. Respondemos y, a continuación, la alumna pregunta en voz alta "a ver si adivináis lo que se han dejado". Añade que se trata de la crema solar, que no hemos mencionado.

Juguetón, cojo un tallo de diente de león y lo pellizco hasta soltar al aire algunos de sus fragmentos blancos, como motas de algodón, que van cayendo al vacío desde nuestro balcón. Mi ex compañera de escuela, Elena, me reprende por hacerlo, y recuerda que ella es alérgica.

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